Les cuento a los que no estén al cabo de Megaupload: Wilfred es el título de la nueva serie de Fx que adapta un original australiano. También es el nombre del perro de la vecina de Ryan, el protagonista interpretado por Elijah Wood. Hasta aquí, todo normal, salvo por eso de que la gente se esté creyendo a Wood haciendo de algo diferente a un hobbit. La locura de la serie es que todo el mundo ve a Wilfred como un perro más, salvo Ryan, que ve... mejor os enseño una foto:
Elijah Wood no tiene muy claro que romper el encasillamiento actoral sea siempre buena idea.
Un tipo vestido con un disfraz sospechosamente parecido al del anuncio de Vodafone, que además de porrero, borracho y experto en manipular a Ryan, es un perro. Quiero decir que olfatea traseros, se babea y no distingue los colores. Una lástima, porque salvo por esto último, podría presentarse a alcalde en algunas localidades catalanas.
Si están desconcertados por esta pequeña sinopsis, no quiero ni contarles cómo estoy yo después de ver cuatro capítulos. Todavía no sé si es una genialidad o un pufo tremendo. Creo que la palabra "bizarra" se inventó para esta serie. Y para los profesores resfriados. Clique aquí si ha entendido el chiste.
El ambiente de la serie es incómodo. No en el sentido de vergüenza ajena de Ricky Gervais, sino porque los abusos de Wilfred y la tontuna que arrastra Ryan a veces dan ganas de zarandear a Elijah Wood. Si nos algo de lo que uno tenga ganas así en general.
Tampoco es una incomodidad que lleve a la reflexión profunda de las grandes verdades de la vida. Al final las lecciones que Wilfred intenta inculcarle a Ryan no están muy alejadas de la moralina de La hora de Bill Cosby, aunque con drogas blandas en lugar de jerseys lisérgicos. La trasgresión puede ser más impactante en un país como Estados Unidos en el que un porro puede arruinar una carrera política. Aquí lo que más indignaría sería el que no rule, por lo que una vez pasado el impacto del "hala, qué brutos", esperamos que haya un desarrollo. Aunque lo mismo pensábamos de Intereconomía y ahí sigue.
Hay buenos chistes, casi todos a costa de la naturaleza perruna de Wilfred, pero no tengo claro que la broma aguante toda una serie. Aunque fíjense lo que pasó con Ana Obregón haciendo de niñera sexy.
Si son ustedes muy aficionados a la televisión, que no es lo mismo que verla muchas horas desde que existe Salvamé, déjense pasar por un par de capítulos. Aunque solo sea por experimentar. Eso sí: tengan en cuenta que esta última frase parece que es lo mismo que pensaron los guionistas. Antes de ponerse a escribir.