El lunes 2 de mayo, los ciudadanos de Madrid y alguna que otra comunidad autónoma experimentamos lo que en
Fringe llamarían un enlace cuántico (o como quieran traducirlo ese día los amigos de
Subtitulos.es). Durante unas horas, pudimos saber lo que sienten en un universo alternativo en el que en lugar de lunes festivo era domingo y como tal, sus habitantes podían ver
Aída en la tele. Solo que en lugar de ponerla en Telecinco, la ponían en Antena 3 y se titulaba
Los Quién.
Julián López y Fernando Gil se divierten viendo la grabación del día mientras Javier Cámara piensa: "¿esta serie no la he hecho yo antes?"
Creo que esta es la crítica más dura que se le puede hacer a
Los Quién. Porque lo de quejarnos de sitcoms de ¡dos horas! de duración ya me parece más repetitivo que los esquemas de las teleseries españolas.
Lo cierto es que fueron dos horas, pero divididas en dos capítulos. Luego me quejo de vicio, ya que en realidad es una sitcom de una hora. Exagerado soy. Menos mal que soy un tipo paciente y me quedé al segundo, porque la primera parte del primer episodio fue de echarse a temblar, con esos diálogos que en las clases de guión nos enseñan a evitar como una inspección fiscal cuando eres freelance. Eso también nos lo enseñan, sí.
Me refiero a esas líneas de guión en las que un personaje le explica a otro cosas que ya sabe. Como si un general hubiera entrado al despacho oval y hubiera dicho: "señor presidente Obama, ¿está usted satisfecho con nuestro trabajo, consistente en cargarnos a Bin Laden y tirarlo al mar, siguiendo su orden de no traerle aquí ni muerto". No sé si me explico. Porque ellos se explican tanto que a veces piensa uno que es necesario.
Por acabar de darle caña al guión, tengo que decir que me sorprendieron y parecieron muy arriesgados todos esos chistes "de época" que se colaron en el texto. Son la clásica marca de la casa de las sitcom de Globomedia, solo que cambiando a Falete por, digamos, Cristina Almeida. A mí me pueden hacer gracia, pero me llamó la atención que se arriesguen así a perder parte de su público objetivo. Porque los más jóvenes que de los ochenta solo conocen los cuatro tópicos con los que les llevamos taladrando los treintañeros con nostalgia precoz y las marcas de refrescos desde que cambiamos de siglo. Vi más de esto en el primer capítulo que en el segundo, así que supongo que alguien les dio un toque.
Por lo demás, nada que no hayamos visto antes: adolescentes, abuelas con mala leche, tensión sexual no resuelta y muchos chistes de diálogo por minuto, como corresponde a una serie para televisión generalista de Nacho G. Velilla. Los nostálgicos de
Siete vidas pensarán que por fin ha llegado la séptima. Yo creo que las otras seis vidas fueron gastándolas en los continuos cambios de reparto de la encarnación de Telecinco.
Los actores bien, en su papel un pelín sobreactuado propio de sitcom que ser irá ajustando a medida que se desarrollen sus personajes y la serie se estabilice. Javier Cámara vuelve a hacer lo que mejor le sale y Julián López se confirma como el mejor secundario cómico que tenemos en este país, en detrimento del esforzado Pepe Blanco.
Para los que luego dicen que no me mojo, resumo: me ha parecido una sitcom digna para el panorama actual con todo lo bueno y malo que tiene eso. Ganaría muchísimo dejándola en la duración que tiene que tener una sitcom, pero temo que es una batalla perdida mientras la televisión española la siga controlando Walternative.