Dicen los más listos del lugar que el destino final de los diarios de papel es envolver pescado.
He dicho los más listos, no los más graciosos.
Sin embargo es uno de los debates candentes de los últimos años. En Estados Unidos cierran cabeceras clásicas o pasan a editarse sólo en fin de semana, mientras en España unos aguerridos... er... no me atrevo a poner un calificativo... abrían el último periódico impreso sobre árboles muertos que verá este país (creo). Fíjense cómo estará el tema que yo solicité incorporarme a aquella locura sin creerme que realmente fuera a aparecer en soporte de celulosa. Creo que cuando empecé a trabajar allí, aún no acababa de créermelo. Y ahí sigue, casi dos años después.
El papel es caro. Muy caro. Junto a la impresión pueden rondar el 35% de los costes industriales del periódico, sin tener en cuenta la distribución y demás. Para hacernos una idea, Público redujo en dos centímetros la altura de sus páginas y estimó que podría ahorrar unos 200.000 euros al año. Buscando estas cifras, me he encontrado un artículo en el que Jesús de Polanco se lamentaba por el alza de los precios del papel ¡en 1977! Un kilo costaba 30,48 pesetas (algo así como 0,18 euros).
Algunas voces del sector se han subido al habitual carro de reclamar ayudas gubernamentales (vamos, las subvenciones de toda la vida), pero no todos están convencidos de la pertinencia de atarse (más) en lo económico al poder. Es lo mismo que pasa con El corte inglés, que si Francino se pone a criticarlo, se pueden quedar sin el patrocinador que paga la mayor parte de la programación radiofónica matutina de este país. De hecho, los "cortes" en la radio se llaman así por eso.
En realidad no, pero quería iniciar una leyenda urbana.
El tema de las ayudas públicas a la prensa escrita ya es una locura sin tener que mencionar la posible incoherencia ecológica de pagar dinero porque se sigan cortando árboles. Mucho cerrar centrales nucleares, pero seguimos pagando para que nos lo cuenten sobre plantitas brutalmente asesinadas. Y sí, esto último es demagogia barata.
¿Quiero demostrar con esto que el periodismo digital es lo que más mola? ¡Ni de coña! Hablamos de un sistema mediático que me aceptó en su seno, luego algo falla en él. Otro día hablamos de eso.
¿Entonces? ¿Qué nos queda? Pues un sistema híbrido, chavales. Ya me está pareciendo oír al típico flipao de la última fila decir no sé qué del Kindle. ¡El Kindle! Tonterías.
La solución está inventada desde mucho antes de que a alguien se le ocurriera que Internet podría ser algo más que la redecilla que llevan dentro los bañadores (chiste robado a Los Simpson): ¡el radio receptor de periódicos!
Porque, ¿quién puede resistirse a reunir las desventajas de todos los medios en un sólo aparato? Conociendo al capitalismo, sus fuerzas vivas no serán de los que puedan.
Y estas son las cosas que encuentran en Paleo-future
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