¿De verdad queda alguien a quien le intrese que no conozca el final de Perdidos? Cuidado, que aquí decimos cosas
La culpa de que a muchos no le gustara el final de Lost es de Scooby Doo. Porque sospecho que gran parte de los decepcionados esperaban un final parecido a esto:
¡Cuidado! Spoiler del final seguro que inesperado de un videojuego de Scooby Doo
Algunos esperaban que la última escena agrupara a Jack, Hurley, Kate, Sawyer y Vincent en torno a un inmovilizado Flocke. Entonces podrían quitarle al fin la máscara que revelaría que todo el tiempo había sido en realidad Richard Alpert. Atrapado, Ricardo revelaría que todo había sido un plan para hacer un parque de atracciones en los actuales terrenos de Dharmaville, y que todo hubiera salido bien de no ser por esos muchachos entrometidos.
Las explicaciones científicas no casan bien con el drama televisivo (¿verdad, Flipy?). Twin Peaks revolucionó el medio en muchos sentidos y uno de ellos fue el uso acertado de los sobrenatural para subrayar la naturaleza más humana de sus personajes. Las conspiranoias de Mulder no siempre podían explicar todo lo que ocurría en Expediente X. No importaba: el lema de la serie era I want to believe y el protagonista no era el único que iba ampliando sus tragaderas a medida que avanzaban las temporadas. Hasta que llegamos a la última película, cuando la cantidad de botox contenida en la cara de Duchovny ya no hay quién se la crea.
Parece que el público de Perdidos, como sus protagonistas, se dividía entre la gente de ciencia y la gente de fe. Los primeros no han podido soportar una explicación mística o sobrenatural porque ofende su visión positivista de la realidad. Nos creemos que todas las mujeres que viajan en un avión sean modelos, pero no que un kebab mágico proteja una fuente de luz mágica.
La ciencia-ficción se ha convertido en una nueva forma de fe para los frikis del mundo (friki en sentido no peyorativo, entiéndanme). Cualquier explicación que tenga visos de algo científico nos parece más válida, por peregrina que sea. Lo que explica el éxito de las agencias de valoración de deuda como Standard's and Poor.
Sin embargo, ¿de verdad es peor que el humo negro sea un señor que se cayó en una fuente con la instalación de luz mal hecha que pensar que es una nube de nanobots diseñada hace décadas? ¡Décadas! Sería creer que había gente construyendo nanobots y nos parece bien, cuando lo cierto es que la cultura tecnológica era de tal forma que algún listo decidió que molaba más el vhs que el beta. La palabra clave es creer: la fe inquebrantable en todo lo que suene a seudocientífico que tanto dinero está dando a los creadores de la Power Balance.
Cuando salíamos de ver Indiana Jones y el reino de la calavara de cristal, una de las quejas más frecuentes era (cuidado, putadas) que ¡salían extraterrestres! En una saga cuyo primer capítulo acababa con la aparición estelar de Dios, el público se sintió estafado por la posibilidad de formas de vida mucho más evolucionadas que la nuestra procedentes de otro lugar del Universo. Pero que un cuenco de los de poner panchitos dé la vida eterna es lo normal.

La culpa seguramente será de Zara.