16.6.10

Los 80 vuelven a volver

Con el paso de los años, las décadas se mitifican: ya no hay hippies como en los 60, el glamour murió con los años 20 y añoro cuando volatizábamos gente con bombas atómicas en los 40. Pero si sobresale uno de esos conjuntos de diez años que empezamos a contar desde que nació el carpintero con mejores relaciones públicas de la Historia, ése es el decenio de los 80 del siglo XX. La mitificación es tan grande que hemos pasado a considerar que las hombreras no estaban tan mal y que Mecano hacía música.

La pasión por la penúltima década de la centura pasada se ha desatado en el cine con el remake de algunas de sus series televisivas más legendarias, como por ejemplo y otras series legendarias más. Viendo pastiches como El equipo A (sí: las películas las critico sin verlas), está claro que lo que echamos de menos no son los 80, sino lo que habríamos hecho en los 80 con los medios que tenemos ahora. Vamos, como los cuarentones que van a la puerta del instituto y dicen: “si tuviera 20 años menos…”. Si tuvieras 20 años menos, volverías a ser el pringao que fuiste entonces, asúmelo.

Como contrapunto, Fox estrenó hace un par de semanas The good guys. Una serie policiaca que parece recién sacada de la sobremesa de los sábados en La Primera y Única. A mí me tienen ganado desde el momento en que sale Bradley Whitford y encima lleva gafas de sol de piloto y ¡bigote! Una serie así tiene que ser buena. Vale, a veces también hago críticas de series sin verlas. Pero sólo en casos como este y estrenos de sobremesa en general.

El esquema es el mismo que hemos visto infinitas veces, desde el dúo Walter Mathau-Jack Lemmon hasta Epi y Blas: tipo perfeccionista obligado a colaborar con desastre con patas cuyos métodos, paradójicamente, son los que acaban salvando el día. Lástima que los políticos crean que esto también es así en la vida real.

Para disimular un poco la simpleza del planteamiento, cada capítulo se articula con estructuras más o menos retorcidas. Tarantinianas. Flashbacks, distintos puntos de vista de un mismo suceso… siempre con un tono irónico y desenfadado. Porque la gran baza de The good guys es que no se toma a sí misma muy en serio. Y por eso digo que es ochentera. ¿Me lees, Almodóvar? Repite conmigo: no tomarse a uno mismo muy en serio.

 Está tan pasada de rosca que funciona. Es la Robert Downey Jr. de las series.

El contraste de los protagonistas sirve también a ese juego. La seriedad de Jack Bailey cae derrotada ante la humanidad de Dan Stark. Y el personaje de Whitford caricaturiza perfectamente el machismo, la idealización de lo cutre y lo naif y todo lo que de despropósito tuvieron los 80. Sin contar la talla de pantalón de David Hasselhoff en El coche fantástico.

Si están hartos de que milivanilicen sus mitos de infancia en el cine, prueben The good guys. Y si no les gusta, congratúlense: ahora cuando cambian de canal, ponen otras cosas.

Dicen.

14.6.10

Persons no-tan-unknown

¡Me estoy mordiendo los spoilers, que lo sepan! Para que luego digan que no soy un tipo flexible.

Estamos en plena temporada de estrenos veraniegos en yankilandia, equivalente a esos meses en los que en España los montadores trabajan a marchas forzadas para dejar en el microondas los refritos que rellenarán la parrilla durante un par de meses.

Los americanos desconocen las croquetas, pero son más finos que nosotros en el reaprovechamiento televisivo. Lo demuestran los pistos como Persons unknown, que se estrenó la semana pasada porque a los estadounidenses les interesa el mundial de fumbol casi tanto como a nosotros el prime time de La 2..

Si les hablo de refrito y de estreno es porque Persons unkown no aporta nada nuevo. Aunque el título pueda hacernos pensar que la NBC se halla subido al carro de Callejeros, es una serie de misterio. Un grupo de personas que no se conocen entre sí (aparentemente), reunidos por fuerzas misteriosas en un pueblo casi fantasma del que no pueden huir. Dicho así, también podría ser un documental sobre Marina D’Or.

Les propongo un juego para los comentarios: recojan todas las referencias que les salen con esta sinopsis. Sin pensar, me salen The prisoner, Cube y, forzando un poco, algo de Perdidos. A los personajes los han sacado también de un manual de guión porque son tópicos y arquetípicos a rabiar. ¡Si el marine es negro, por amor de Bubba! Que sólo le falta sacar una foto de su prometida para saber que tiene menos esperanza de vida que una idea original en los pasillos de Antena 3.


De cuando haces el casting jugando al Quién es quién

Más allá de los clichés de los que tira, el lastre que tiene esta serie de misterio está precisamente en cómo se empeña en demostrarnos precisamente eso: que es de misterio. Que los protagonistas de Lost no se hablaran de su pasado tenía cierto sentido porque se acaban de caer de un avión y a nadie se le ocurre pensar que ha vivido una catástrofe aérea porque un señor tuviera un pique con su hermano gemelo que no le dejaba ganar a las damas de críos. Pero si secuestran a siete personas que en principio no tienen conexión, eso de que uno diga “preferiría no contarte a qué me dedico” y los demás contesten “pues vale” no cuela mucho.

En resumen, el capítulo piloto de Persons unknown son cuarenta minutos de nada (gracias) que se justifican por un único plano. El penúltimo, que es el que lleva todo el post tentándome con destripárselo. En menos de diez segundos se condensa toda la capacidad de enganche que se supone que debería haberse desplegado a lo largo del piloto, que se supone que para eso sirve.

Para que luego digan que en las series españolas hay relleno.

Y no me refiero a ninguna actriz.

Ni a su vestuario.

Ejem.

4.6.10

Me pareció ver a Berto con un Hammer

Por fin he visto Iron Man 2, una película que debe su título no al ser una secuela, sino al número de razones para verla. Los que han visto las promos en las que sale Scarlett Johanson saben lo que les digo.

Más allá de constatar la dura labor del director para inventarse nuevas excusas que pusieran a Scarlett en ropa interior, debo decir que es una película desconcertante. Género superheroico, ya se hacen una idea, con Robert Downey Jr. desmadrado. Los periodistas en lugar de preguntarle que se sentía al ser Tony Stark, le preguntaban a un tebeo qué se siente al ser Robert Downey Jr. En otras entrevistas preguntaron al protagonista qué tal su relación con el director y el actor respondió: "¿con quién?".

Así que tenía la impresión de que alguien se estaba riendo un poco de nosotros. Pero no. Supe de mi error cuando apareció uno de los malos, Justin Hammer, interpretado por... ¡Berto Romero?

Ahora entiendo lo de que Buenafuente tiene un Hammer (y ya sé que no se escribe así, listillos)

Y ya luego cuando ves a Marujita Díaz con unos látigos, te queda más claro de qué van estos de Hollywood.