9.3.10

Lo que no me gusta de Ricky Gervais

Hay dos cosas que no me gustan: que su apellido suene a galleta integral y The Ricky Gervais Show. Si no entendéis la primera afirmación, cuidado, puede que seais José Coronado. Para lo segundo, una muestra:


No hay nada para incrustar con subtítulos, lo siento. Si no entienden el inglés, hablen con Emilio Botín.

Bien por la HBO y su idea de coger un programa de radio y convertirlo en uno de televisión. Rellenando la pantalla con dibujos animados. En la tele española normalmente hacen lo mismo pero ponen imágenes en modo repeat on o a Curri Valenzuela. O ambas opciones a la vez.

Los dibujos animados permiten ilustrar cualquier frikada que estén contando los protagonistas por el mismo precio. Como cuando en las series españolas comentan las escenas de acción en lugar de mostrarlas, pero menos cutre. Humildemente recomendaría a los de Ilustres ignorantes que le echaran un ojo a la idea.

También está muy bien elegido el tipo de animación, con esos personajes de diseño sesentero que podrían haber escapado de cualquier capítulo de Los Picapiedra. El problema aparece cuando la mentalidad se ajusta también a la línea gráfica.

En The Ricky Gervais Show encontramos la trasposición de unos podcast en los que el cómico titular y su compinche Stephen Merchant conversan con un tal Karl Pinkerton Pilkington, un personajazo que cuando lo descubra Quintero se va a poner como su perro de envidia. El tipo (Pilkington, no Quintero) es capaz de defender que deberían dejar de inventar cosas porque total para qué más o explicar sin pestañear como el primer ser vivo en la luna fue un mono entrenado a base de condicionamiento positivo con plátanos. Pero creyéndoselo, no como los políticos. Pilkington, no el mono.

Karl es un tipo totalmente risible al que sólo hay que darle cuerda para que se ahorque él solo. El problema es que Gervais y Merchant asumen una postura demasiado activa. Donde los cazadores de frikis clásicos adoptan un aire de falsa distancia y objetividad, ellos no se cortan en llamar loco, idiota o imbécil al tal Pilkington. A lo mejor nos faltan referencias, pero da la impresión de que tenemos dos fuertes riéndose de un débil y eso es exactamente contrario a los resortes habituales del humor. Como los Morancos. No por lo de dos fuertes y un débil, sino por lo de ser contrarios a los resortes habituales del humor.

El estilo cómico de Gervais siempre ha sido ácido, corrosivo y brutal, pero también siempre dirigido hacia un objeto de burla encarnado por sí mismo. Podíamos reírnos a gusto porque, más allá de la lastimica que nos dieran David Brent o Andy Millman sabíamos que detrás de ellos estaba el propio cómico, que el tartazo estaba convenido. Con Pilkington pesa la duda de si nos estamos riendo “de” y no “con”.

Como Belén Esteban si JJ fuera un tipo inteligente y con gracia.

Editado: Gracias a @dombodan por detectar que confundo los nombres extranjeros cual Señora que...

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