En general soy un tipo valiente. Mis amigos siempre me recuerdan como el joven que en las peleas del recreo siempre se exponía al peligro del escarnio y el oprobio en sus gloriosas huidas.
A pesar mi innato sentido del riesgo, hay un par de cosas que me crean aprensión: que alguno de esos matones se quedara con mi cara y los dentistas. Hay una tercera que prefiero no plantearme: que las niñ... las personas que me pegaban en la Facul... guardería hayan desarrollado una aceptable carrera académica que les haya dirigido a la estomatología. Esta posiblidad me daría dentera y, claro, sería peor.
A nadie le gustan los dentistas. Ir al dentista supone tumbarte y abrir la boca para que un extraño meta en ellas cosas que en circunstancias normales no aceptarías ni de broma. No sin una palabra de seguridad.
O de cariño.
Con esto (y un sombrero) en la cabeza, acudí a la consulta del dentista que me habían recomendado. Uno nunca va a un dentista porque sí, siempre va a uno que le han recomendado. Si hay dentistas malos con clientela es que hay mucho cabronazo suelto. Todo sea por el equilibrio cósmico, que alguien tiene que ser el único gilipollas de cada diez que recomiende los chicles con azúcar.
Llegué a la consulta, que era un sitio normal, toda vez que ignoras que hay un restaurante chino en el portal de la izquierda y una misión católica en el de la derecha. Me abrió la enfermera al grito de “¡Manuel!”. Intento aclarar que en realidad mi nombre es Anómalo. “Eso: Amanolomo. Chico, es que estos nombres que os ponéis ahora. Si mi abuelo Fructuoso levantara la cabeza... Pero nada, está metido en sus libros y no se entera de las cosas. ¿Tú crees que esa es forma para un sociólogo? En fin, Manuel, tú pasa por aquí, que ya te atiende el doctor”.
Y pasé. Ignorándola, entré en una habitación donde un tipo enmascarado me hizo tumbar en una silla extraña rodeada de aparatos puntiagudos y luego me apuntó con una luz brillante. Entendí que los directivos de la Fox tienen un problema con los dentistas, metafóricamente representados por los alienígenas de Expediente X y por Jack Bauer. También reflexioné que los humanos somos una especie confiada. O idiota.
El doctor canturreaba bajo su máscara mientras probaba sus tornos. Me costó reconocer la melodía hasta que la identifiqué con la que sonaba en el hilo musical: REM. Everybody hurts. “Sooooontaiiiiims”.
Por fin se dignó a mirar el interior de mi cavidad bucal.
Dentista: Ffffiu. Vienes del Valle de los Gallardones, ¿a que sí?.Y volvió a meterme cosas en la boca mientras se arrancaba a cantar con la melodía de REM: “menuuuuudo socavóoooooon”.
Anómalo: ¿O-o no a shaío?
Dentista (sacando su instrumental, con perdón, de la boca de Anómalo): Jo, ¿no eres ni español?
Anómalo: Digo que cómo lo ha sabido.
Dentista: Ah. Reconozco el trabajo de una tuneladora, chaval.
Dentista: Oye, que no te voy a poner anestesia. Si estás de acuardo, di “pamplona”.Las aspiradoras bucales son malas para la comunicación interpersonal. No obstante, a lo mejor habría que probarlas con Mariano Rajoy.
Anómalo: Aoa.
Dentista: Sí, ahora. Mira, es que con la crisis hay que ahorrar. Y total, ya te habrás fijado que el hilo musical es Kiss FM. ¿Para qué quieres más?
Anómalo: I-o a-íjjjjjjj
Dentista: Si te hago daño, me lo dices.Acabó la canción de REM y mientras manipulaba la aspiradora, sonó Vivir sin aire, de Maná. Luego vinieron Killing me softly, de Roberta Flack y una de Álex Ubago. ¿Es o no es para tener miedo a ir al dentista?
Anómalo: ¿Y o-o e o igo?
Dentista: ¿Qué?
Anómalo: E o-o e o igo.
Dentista: Ya. Mira, no te entiendo. Cuando acabe me lo explicas, ¿vale?
Por fin acabó la tortura y luego también finalizó el trabajo del dentista. Me conminó a enjuagarme y se quitó la mascarilla para proceder a cobrarme en complicidad con la enfermera. Entre ambos me hicieron la cuenta. "¿Ves?", dijo la enfermera. "Si coleccionas todos los dientes que te saquemos, te puedes hacer un collar". Su jefe procedió a tenderme un papel con la cantidad que le debía.
“Uy, perdón”, exclamó cortando en seco su movimiento.
Y se volvió a poner la máscara antes de cobrarme.
3 comentarios:
Titular y captcha fail. (UNPABLED ¿?) En fin, qué maldad. Los dentistas y hacienda, lo peor del multiverso.
Jo. Y yo que puse ese título por SEO. Por SEO acaso.
Pues yo tengo tantos empastes y fui tanto de pequeña que ahora me duermo en la parte de la masilla...
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